miércoles, 18 de abril de 2018

Conspiradores


Dos hombres. Rondarán los cincuenta. Se han instalado en una mesa cercana a la mía. Finjo leer los poemas del último libro de Ben Clark, pero en realidad trato de captar lo que dicen mis vecinos. Como conspiradores de otra época, hablan en susurros –hoy en día los conspiradores desconocen el término “discreción”–. «Hay que confiar en la intuición y recelar de la primera idea», dice el menos calvo. «Se debe mostrar más y explicar menos», asegura el otro. Cada pocas palabras, anotan frases en unos pequeños cuadernos que descansan sobre la mesa, junto a sus móviles y bebidas. «Lo que no se muestra también debe palpitar», añade el primero. Me percato de que llevo varios minutos con el libro abierto en el mismo punto, así que giro la página y leo: «No me preguntes cómo, pero sé / que los dioses antiguos han llorado / por nosotros». Pienso que estaría bien regalarles una frase, decir algo inteligente que cuadre todo esto. Intuyo que algún dios antiguo está llorando por todos los que nos encontramos en este bar. Quiero verles la cara, pero la luz que entra por la ventana me lo impide. Apuro mi poema y me levanto para pagar.


ÚLTIMA HORA, 10/04/18