martes, 12 de septiembre de 2017

Taller de escritura creativa. Diario de un profesor novato [6]

Seis

Volvió a la carga. Recibí su mensaje a la una y cuarto de la madruga. Tenía el móvil en silencio, así que no lo he visto hasta esta mañana. Me desconcierta su modo de proceder. Me vuelve a preguntar si me creo Dios. Dos frases idénticas flotando en la burbuja del Messeger que nos une. «¿Te crees Dios?». ¿Espera que le responda? ¿Y qué puede responderse a una pregunta así? Lo mejor es olvidarse del asunto. Ya se cansará.

Todo profesor de escritura creativa debe en algún momento, indefectiblemente, hablar de Hemingway y su iceberg. Esto dará pie al “muestra, no cuentes”, al estilo natural, a la inmersión ficcional y demás templos más o menos sagrados. Dejar para el final lo que opina Eloy Tizón de tales templos dará al profesor de escritura creativa el aura revolucionaria que precisa para ganarse a las facciones más contestatarias de la clase.

Me pongo a hacer listas (ese vicio), pero vuelve a mí, una y otra vez, la imagen del poeta a la una de la madrugada, solo, en una habitación únicamente iluminada por la luz procedente de la pantalla de su ordenador, buscando entre sus contactos cibernéticos alguien a quien enviar sus poemas. Debo borrar esta imagen de mi cabeza. Me turba. No deja que me concentre.